30 marzo 2009

-| Relatos del presente |- "A una melodía de la evasión"

He pensado: ¿Por qué somos capaces de evadirnos sin querer, si nos cuesta tanto hacerlo a voluntad?

Sentado casi contra su voluntad, escuchando a un tipo que no le decía nada nuevo, aquel no era uno de sus mejores días. Más que otras veces, se encontraba totalmente evadido, en otro lugar que, en estos últimos días, apenas había visitado.

La tímida corriente de aire que entraba por su izquierda fue suficiente para distraerlo, para llevarlo a otro lugar que no era esa silla, y en ocasiones estuvo dormido con los ojos abiertos. Sólo despertaba dando un respingo cuando acudía a su cerebro la imagen de un libro abierto sobre la mesa, y rápidamente recuperaba el hilo, que nunca llegaba a perder por completo.

En uno de sus viajes más largos hacia la distracción, en una de sus más largas siestas de ojos abiertos, lo despertó un sonido. No fue un sonido potente, ni estrepitoso, sino una melodía que reconoció al instante y que casi le obligó a esbozar una sonrisa en su cara, provocando una mueca de extrañeza en aquel tipo que continuaba hablando, pues sabía que eso que estaba contando no era para nada divertido.

Se centró entonces en seguir escuchando aquella melodía, ya reconocida como canción. Era el himno de la alegría, interpretado por un campanario. ¿Cuantas veces había oído esa melodía? No era para nada desconocida, mas esta vez la oyó desde aquel lugar al que todos hemos ido alguna vez cuando no estamos aquí. Quizás fue esa la causa de su ensimismamiento.

Nada le impidió que cada tañido de la campana, con una nota diferente cada vez, resonara en sus oídos ahogando el monótono tono de voz de aquel tipo que, efectivamente, aún no se había callado. El recuerdo de años atrás, tocando esa misma canción con un piano de juguete, que hacía el ruido de una rana, un perro, un gato y un pajarito, casi le hace soltar una carcajada, que evitó fingiendo recoger un boli que nunca había caído al suelo.

El sonido de campanas sonó, e hizo un amago de aplauso, olvidando donde se encontraba y que aquel tipo seguía hablando. Aunque, por suerte, esta vez no lo había visto juntar las manos en silencio. Mañana, de nuevo a las nueve de la mañana esperaría poder sonreír ante otra demostración de que, si se quiere, se puede disfrutar de la música en cualquier momento.

Don't worry, Be happy! =D

P.D: En realidad no iba a poner postdatas, pero es la costumbre...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

escucha el tajaraste de las 12,también es muy bonito.Desde otra ventana yo también oigo esas campanas.

playa dijo...

Creo que es muy importante saber en todo momento dónde te encuentras...
Hay que aprovechar nuestro mundo de emociones y sentimientos, sacarles partido y recoger siempre lo bueno, lo agradable,... pero siendo conscientes de que tenemos que ser responsables aquí o allí, con unos o con otros...
La felicidad no hay que buscarla, la felicidad te encuentra a ti, si tú quieres acogerla...