25 junio 2009

Decisión

El sonido de los pajaros cantando el amanecer de un nuevo día y del comienzo de una nueva aventura no le resultó una excusa suficiente como para levantarse de la cama.

Observó su móvil: ningún mensaje ni ninguna llamada. No se sorprendió en absoluto, aunque siempre albergaba la esperanza de que de vez en cuando su móvil diera señales de vida y le mostrara lo que verdaderamente quería.

Por mucho que se intentara colocar las mantas, el calor mañanero hizo que se acabara levantando. Al fin y al cabo, no podía pasarse todo el día durmiendo, ¿o quizá sí? Seguramente lo averiguaría otro día.

Encendió su ordenador en busca de un correo electrónico, el cual tampoco recibió. Llegó a pensar que quizá sería la última persona viva del planeta, puesto que parecía que nadie se comunicaría con él.

Sin embargo, lo último que pensaba era en que cualquier amigo e incluso "conocido" intentara contactar con él, puesto que a él solo le interesaba una única persona.

Tras arreglarse lo suficiente como no parecer un yonki, salió a la calle para que le diera el aire. Al poco, el móvil le acabó sonando. Se encontraba extasiado, por fín recibiría ese mensaje que tanto estaba esperando. El chasco llegó cuando el mensaje no era más que publicidad.

Acabó por darse por vencido, y que por mucho que quisiera que ese mensaje llegara, nunca llegaría. Lanzó el móvil hacia el mar, y sintió como la enorme carga que se había apoderado de él desaparecía.

No sería fácil seguir adelante, pero él no podía seguir esperándola más tiempo.

THE WORLD IS NOT ENOUGH

21 junio 2009

Toda la eternidad

Sintió cómo su corazón empezaba a palpitar. Podía notar que los dedos de sus manos se movían levemente. Empezó a sentirse vivo otra vez.

Había sufrido un accidente, un coche le atropelló, aunque tampoco hizo muchos intentos para esquivar al impacto, ya que su objetivo era acabar con su patética existencia.

En parte se sentía defraudado de no haber conseguido su objetivo, pero por otro lado creyó que todo había sido producto del destino, y que quizá mereciera otra oportunidad.

Notando cómo su cuerpo empezaba a activarse de nuevo, hizo un gran esfuerzo por abrir los ojos. Un resplandor le cegó durante su frustrado intento de ver la luz. Escuchaba los gritos de personas conocidas que gritaban cosas como "Se ha despartado" o "Gracias a Dios".

El resplandor acabó cesando, y pudo distinguir la silueta de una persona, concrétamente una chica, la cual se encontraba muy cerca de él y le miraba con una expresión de felicidad que pocas veces había visto reflejada en ella.

Sintió cómo el tiempo se paraba. Sintió cómo ese cruce de miradas parecía durar eternamente. Aunque lamentaba no tener una menor cara de idiota en ese momento, le ilusionó la idea de que a pesar de ello no dejaban de mirarse pese a las circunstancias.

Deseó decirle algo, decirle cuanto la quería, cuanto la amaba, y cuanto daría por estar con ella y verla sonreír con la misma sonrisa con la que le miraba en ese preciso momento.

Recordó una frase que había visto una vez en un libro, y que al principio le parecía una chorrada, pero que con el tiempo fue encontrándole cada vez más un significado.

"Solo busco un momento que dure eternamente"

Al fin y al cabo, merecía la pena seguir vivo.

THE WORLD IS NOT ENOUGH

12 junio 2009

Un gran salto

El paisaje nocturno mostraba las casas iluminadas por las luces que llenaban el lugar de un profundo armonismo. La luna brillaba en su plenitud, y se podía distinguir como a lo lejos su reflejo atravesaba el mar, alumbrando lo que sería una noche perfecta. Todo está tranquilo.

Un chaval observa el paisaje desde las alturas, desde la montaña en la que le permitía contemplar el hermoso paisaje que se encontraba a pocos metros de él.

Pensó que era el mejor momento de su vida, se encontraba perfectamente, y una melodía sonaba en su interior, una canción que le causó una gran impresión la primera vez que la había escuchado. El viento soplaba suave, y la brisa parecía acompañar al entorno en el que se encontraba.

Sin embargo, a pesar de la absoluta tranquilidad, a pesar de la melodía que sonaba en su interior, no había venido hacia allí para relajarse. Solo quería un lugar tranquilo para poder pensar en ella sin que los problemas le hicieran lamentarse y dejar todo atrás.

Caminó un poco más hacia delante, casi podía sentir cómo la sensación de altitud lo abrumaba, ya que tenía los pies a pocos centímetros del vacío que le haría caer a gran altura. Pero no tenía miedo.

Recordaba ese momento en el que la conoció, tan hermosa y tan delicada que casi podía fundirse en su mirada que tanto le debilitaba. Recordó ese momento en el que le dijo "Te quiero", y en el que ella le contestó: "Y yo, yo tambien te quiero". Significó tanto para él en ese momento que hubiera deseado que se congelara el tiempo para poder darle un beso que durara eternamente.

Finálmente, dio el último paso, e inevitablemente cayó. Cayó a tanta velocidad que pensaba que la corriente de aire le arrancaría la cabeza, preocupándole más esto que el impacto contra el suelo en sí.

Extendió los brazos, y con un impulso...voló. Contemplaba la ciudad desde las alturas, pero para él ya había acabado el momento de pensar. Se dirigió hacia la casa de su chica, donde la observaba siempre desde la ventana de su habitación.

Esta vez, la chica se dio cuenta de su presencia, se levantó de la cama y fue directamente hacia la ventana, abriéndola con gran nerviosismo. El chico se encontraba en el aire, con los brazos apoyados en el alféizar de la ventana. Se miraron cara a cara, y esta vez fue la chica quien habló primero, casi emocionada.

"Te quiero".

THE WORLD IS NOT ENOUGH

P.D: Dedicado a Mariela, quien me dijo que continuara con este tipo de historias.

11 junio 2009

El pensamiento negativo

El chico que no llegaba a los 25 años se encontraba caminando a duras penas por la oscura calle en la que hace apenas unas horas estaba llena de comerciantes que vendían drogas a aquellos que necesitaban evadirse del mundo.

Se encontraba tambaléndose, observando su reflejo en los charcos que en el suelo se podían ver con claridad. Un vagabundo que se encontraba en el suelo observó al joven.

-¿Te encuentras bien, chico? - Parecía irónico que un señor en su situación le preguntara eso a un chaval que parecía encontrarse bien en cuanto a lo económico se refiere. Sin embargo, la respuesta del chico no tardó en pronunciarse.
-¡No se me acerque! - El hombre se encontraba tumbado en el suelo cubierto por uno pedazos de cartón, así que no se encontraba en disposición de acercarse a él.

El chaval siguió moviéndose por la calle, hasta llegar a un pequeño cruce por el que circulaban coches muy de vez en cuando. Pensó que ese era el sitio idóneo para pensar.

Recordó cómo había llegado a encontrarse en esa situación, aunque su último deseo era recordaro, por lo que siguió andando, adentrándose esta vez en la carretera.

Todo lo que se había esforzado por seguir adelante, y una vez sus esfuerzos que veían obstaculizados. El sueño de su vida se alejaba cada vez más de él, y sus esperanzas de convertirse en alguien parecían desvanecerse con el paso del tiempo.

Pensó que quizá se quejaba demasiado, que no debía de sentirse así, que aún le quedaban muchas oportunidades.
Pensó que no valía la pena, puesto que la historia se repetía una y otra vez.

La solución parecía volver a fastidiarse y a volver a intentarlo otra vez, aunque se encontraba ya harto de todo. Las pocas personas que paseaban por el lugar lo miraban con gesto indiferente y llegó incluso a escuchar comentarios entre ellos al estilo "qué chico tan raro" o "parece un idiota lamentándose".

La cabeza le taladraba. Pensaba en volver a su casa. Vio cómo un coche se acercaba a toda velocidad hacia él, así que se apartó de la carretera. Sin embargo este impulso no duraría mucho, puesto que antes de que el coche pasara de largo, el chico se lanzó de lleno contra él.

El impacto hizo que la sangre se desparramara contra el cristal del coche y contra el suelo.

Sin embargo, todo era un sueño.

THE WORLD IS NOT ENOUGH

10 junio 2009

-| Relatos del presente |- "Normal"

He pensado: ¿Por qué a veces las apariencias nos muestran la realidad tal y como es? ¿Cuesta tanto seguir siendo engañados por ellas?

Aquel era un chico totalmente normal.
Acudía cada día a un instituto totalmente normal, con otros chicos normales.
Tenía una normal relación de indiferencia con todo sus compañeros, pero como todos decían: "Es normal, nunca nos habla".
Sus notas eran extraordinariamente buenas , pero como todos decían: "Es normal, nunca sale de su casa".
Así supo que era un chico normal

En su casa también era un hijo normal.
Era normal para él ser agredido por su padre. Siempre su padre, aunque su madre nunca intercedió por él. Quizás por miedo, quizás porque ella también recibía ese tipo de caricias. "¡¡Es normal que me enfade!! ¿No lo ves? ¡Pero si parece retrasado! ¿Es este niño normal o qué? ".
Nunca entendió porque su padre dudaba de su normalidad, si en el instituto todos lo tenían claro.

Además, lo normal era que cada tarde acudiera a un club de ajedrez.
La reunión comenzaba siempre a las cinco de la tarde, pero normalmente llegaba una media hora antes, se sentaba en su silla de siempre, frente a la ventana, y espera con los ojos fijos en sesenta y cuatro casillas blancas y negras.
El resto de miembros, a pesar de que ya lo esperaban, lo miraban siempre con extrañeza. Habían acordado hace algún tiempo el turnarse en jugar con él, y ese día le tocó al profesor, por lo que la partida sería algo más normal que cuando jugaba con los otros, pues les ganaba de calle y en poco tiempo.

Su forma de jugar si que no era normal. Parecía, visto desde fuera, que movía el tablero en vez de las fichas, pues se anticipaba a todas las posibilidades de movimiento del contrario y respondía con una rapidez anormal, sin cometer ni un solo paso en falso.

Aquella partida, que normalmente duraba entre treinta y cuarenta y cinco minutos, esta vez casi no llegó a los diez. El chico se levantó y se fue a casa, como después de cada partida, dejando a su profesor con la boca abierta y al resto de miembros totalmente anonadados.

No sólo había ganado al mejor ajedrecista de la ciudad en diez minutos, sino que sus fichas, siempre las negras, dibujaban perfectamente sobre el tablero una palabra: NORMAL

¿Era este chico normal? No lo sé, no lo conozco

Don't worry, Be happy!! =)

P.D: Estoy a final de curso y muy muy ocupado, no sé como he sacado tiempo para escribir
P.D2: Nunca se me ha dado jugar al ajedrez...

07 junio 2009

Zona de guerra

El batallón se disponía a entrar en combate. El escenario era el de un lugar lleno de destrucción y terror. Explosiones surgían de todos los lados, se respiraba tensión en el ambiente. La cuadrilla de 11 hombres se lanzaba al ataque con un profundo miedo, creían que no iban a salir de esta.

El sonido de granadas estallando, y de los gritos de los hombres que iban cayendo uno a uno hacía de la situación una auténtica cacería, parecía que se acercaba el final de sus días, y todo aquello por lo que habían luchado estaría a punto de acabar.

Sin embargo, el único que sería consciente de este hecho sería uno de los soldados que se situaba detrás de los demás con el objetivo de disparar con el francotirador. A través de la mirilla observaba como el pelotón se iba dividiendo e iban cayendo bajo el fuego cruzado.

La cosa empeoró cuando una bala alcanzó al brazo del líder del equipo, el cual cayó herido en el suelo. Los pocos hombres que quedaban fueron testigos de cómo su líder caía en el suelo retorciéndose de dolor. En un principio se quedaron en blanco y no sabían lo que hacer, enseguida fueron a socorrerle y a llevarlo a una de las barricadas.

El hombre que apuntaba con el francotirador había observado la escena, eran pocos hombres los que quedaban en pie. Uno de los enemigos le disparó en el hombro desde lejos. Gritó de dolor, la sangre le salía despedida y vio toda su vida pasar delante de sus ojos.

Estaba seguro que al igual que al líder los demás acudirían a ayudarle si escuchaban sus gritos, sin embargo, no fue así. Nadie acudió a su ayuda, aún cuando el dolor hizo que unas lágrimas brotaran de sus ojos. "¿Por qué", se preguntaba.

"¿Por qué nadie me ayuda? ¿Por qué al líder sí? ¿Realmente necesitábamos un líder?", fueron las preguntas que brotaron en sus últimos segundos de vida. Se dio cuenta que nadie acudiría en su ayuda y que por mucho que gritara nadie se iba a preocupar por él por mucha amistad que hubiera entre los soldados.

Sólo ayudaban al líder.

Sintió cómo su mundo se apagaba lentamente ¿Había muerto como un héroe? La cuestión es que acabó dándose cuenta que nadie se preocuparía por él.

Estaría solo incluso en los últimos momentos.
Sus ojos acabaron cerrándose léntamente y al fin: murió.

THE WORLD IS NOT ENOUGH

04 junio 2009

Sin salida

LLegó a su casa con lágrimas cayendo de sus ojos y haciendo eco contra el suelo. Había llegado tan rápido como sus pies le permitieron, pues su mayor deseo en ese momento era encerrarse en su casa y no saber nada del mundo exterior.

No quería saber nada de nadie ni escuchar esas famosas palabras que tan poco le ayudaban en momentos como ese: "No te preocupes", "Todo saldrá bien", "Nunca te rindas". Eran frases que a sus oídos sonaban como simple "mierda" que solo le ayudaban a intentar olvidar lo patética de su situación.

Muchos pensarían que su estado estaría injustificado debido a lo aparéntemente no tan grave de la situación. Sin embargo, nadie tenía en cuenta los factores externos, aunque en el fondo lo que pensaran los demás no le importaba en absoluto. Es más, desearía que pasara el sufiente tiempo como para que, llegado el día, se deshiciera de todos esos desgraciados que han hecho de su vida un contínuo infierno.

Siempre quizo levantarse y demostrar lo que pensaba de los demás, aunque nunca tubo valor para ello, en el fondo pensaba que no merecía la pena, pronto se alejaría de todos ellos y se olvidaría de sus caras.

Se había quedado encerrado en su casa, la cual estaba complétamente a oscuras. No pretendía salir, pero también sabía que no tardaría mucho.
Pasaron horas, y sus pensamientos estaban en otra parte. "¿Cómo había acabado en esa situación?"

Finálmente, viendo que el hecho de intentar alejarse de los problemas no servía en absoluto, decidió levantarse. Al fin y al cabo, las había pasado peores, pero a medida que su vida avanzaba de daba cuenta de que esas situaciones cada vez las iba afrontando peor.

Cogió el arma que se encontraba en el suelo y que horas antes había lanzado con rabia. Abrió la puerta y salió al exterior. Le hubiera gustado aprender alguna lección de lo sucedido, sin embargo, su rabia no hacía más que crecer.

Sólo tenía que resistir un poco más. Al fin y al cabo, ¿qué era para él un poco más de sufrimiento que una simple distracción?

THE WORLD IS NOT ENOUGH

P.D: Yo me entiendo, buscadle algún tipo de sentido si queréis xD
P.D 2: Gracias por las más de 10.000 visitas

01 junio 2009

ESPECIAL 10.000 VISITAS

He pensado: ¿Qué mejor manera de celebrar las 10.000 visitas que ésta?

Después de casi dos años, hemos llegado ya a la cifra de las 10.000 visitas. No es un número demasiado grande para el tiempo que lleva punkono, pero me siento satisfecho de haber llegado a ese punto.

Por eso les quiero agradecer su atención de una forma especial, con una historia excepcionalmente larga. Cabe mencionar que ganó recientemente un concurso literario.

Probablemente les suene, y es que es una versión "extendida" de un relatos, escrito a mediados de marzo, y titulado "Vuelta atrás". Este título también le da nombre a esta nueva historia.

Aquí la tienen:

Vuelta atrás

Levantó la vista para echar un vistazo general, y todo parecía estar a punto. Dio unos cuantos pasos para situarse al otro lado y comprobó, desde otra perspectiva, que, efectivamente, todo estaba listo. Subió al taburete y mantuvo el equilibrio unos segundos, mientras su mente se concentraba en lo que ocurriría instantes después, si es que finalmente se atrevía. Ajustó la cuerda a su cuello y cerró los ojos, dispuesto a dejarse caer. Se impulsaría lo justo para que al precipitarse y, tras el primer balanceo, se volcara el taburete sobre el que aún estaba apoyado, asegurándose así de que no hubiera vuelta atrás.

Una vez hubo visualizado lo que iba a hacer, cogió la que sería su última bocanada de aire y su vello se erizó, como si le pidiera clemencia, como si supiera de antemano el error que iba a cometer, como si predijera que esa señora de negro se le acercaba... Ignorando éstas y otras muchas sensaciones que lo aferraban a la vida, y secándose una última lágrima que apenas había recorrido un cuarto de su rostro, olvidando todo, se lanzó al vacío. Inmediatamente después la cuerda oprimió su tráquea y quedó suspendido en el aire, perdiendo el absoluto control de su cuerpo. Por suerte, o por desgracia, el impulso inicial bastó para que la banqueta cayera al suelo. Ya no había vuelta atrás.

La habitación se tornó oscura y borrosa. Se conservaba consciente, aunque no por mucho tiempo, y los recuerdos se arremolinaban, dejándole durante eternas centésimas de segundo una imagen congelada, un fotograma de la película de su vida. Su mente, como despedida, le rendía un homenaje a toda una vida juntos.
El techo se desvanecía, perdía el conocimiento, pero no quedaba en un vacío de color negro azabache, sino que su mente lo encerraba en sí mismo, llevándole hasta el momento en el que, en una clase vacía, se encontraba hablando con un profesor vestido con camisa de cuadros y pantalones de pana, pero cubierto casi por completo por una extraña bata blanca:

- ¿No crees que esta vez te has pasado? – le decía. Hablaba con voz autoritaria, pero suave a la vez, como la de una madre que reprende a su hijo por una pequeña travesura mientras éste le sonríe pícaramente. La única diferencia estaba en que la travesura no era ni mucho menos una travesura, tampoco era pequeña y el niño, que era él mismo, no sonreía en absoluto.
- Sí… - lo dijo casi en silencio, y la afirmación quedó ahogada por un sollozo.
- No quiero hacerte sentir mal, porque tú sabes hacerlo solo, y tampoco quiero quitarle importancia al asunto, porque tiene y mucha, solo te diré que…
-¿Qué? – atisbó un haz de luz al final del túnel, sintió que tenía la posibilidad de escuchar una excusa que le permitiría escapar de toda reprimenda.
- Que eres idiota – respondió serenamente. No significó un insulto, pero pudo tomarlo como tal y así lo hizo.

Llevaba suspendido unos 30 segundos y empezaba a notar los efectos de la falta de aire. No necesitaba un espejo para saber que su cara, al principio roja, había empezado a tornarse morada. De nuevo se vio en medio de un remolino de recuerdos, de los que solo distinguió algunas caras. No sabía cómo ni por qué, pero logró parar el remolino, y concentrarse en identificar una de ellas. Se trataba de la cara de un muchacho de su misma edad, pero que le doblaba en peso y estatura y al que podía haber considerado su mejor amigo de no haber sido tan egoísta como para tener amigos:

- Tío, te has pasado tres pueblos. – lo decía con el tono más autoritario que podía utilizar, pero con un deje de cariño en su voz, pues no quería hacer daño a su amigo
- Lo sé y me siento mal. – reconoció. – No tanto conmigo mismo como debería, sino por ella, porque se ha chivado.
- ¿Chivado? – le lanzó una mirada muy significativa y prosiguió. – Se lo has puesto en bandeja. Sabes que te odia, y le has dado la oportunidad perfecta. ¿A quién se le ocurre escribir todo aquello en un avión de papel?
- Cierto, soy idiota pero… ¿Soy un delincuente? Dime, ¿lo soy?
- Te has comportado como tal.
- Es todo lo que necesitaba oír. – lo dijo con el tono más frío que pudo, arrastrando cada palabra, intentando hacer daño en cada sílaba, esperando que se arrepintiera de haberlo reconocido como delincuente y que le pidiera perdón.

Recuperó la sensación de soledad que sintió en ese momento. Si hasta entonces casi se había acostumbrado a vivir sin depender de nadie, ahora la verdad le caía como un ladrillo en la cabeza, y lo enterraba en una tierra ya de por sí débil, en una sensación que, aunque estaba siendo recordada, solo pudo ser interrumpida cuando, tras un movimiento brusco, notó que una pocas gotas de sangre resbalaban por su garganta. La angustia lo mataba. Sentía que el fin estaba cerca y lo aguardaba. No podía más que esperar a que todo acabara, y que acabara tan pronto como fuera posible. Sintió que ese momento estaba cerca, pues pensó que el dolor que soportaba en su cuello iba a matarlo antes incluso que la falta de aire.

Haciendo un esfuerzo casi sobrehumano, pidiéndole un último favor a la vida, se sumergió de nuevo en la inconciencia, en busca de ese estado en el que veía los recuerdos pasar por delante suyo. De esta manera, trataba de agarrarse a un último recuerdo. El más importante de todos en los que se había detenido. El que probablemente sería la causa de su muerte, la causa de que ahora estuviera colgando a escasos treinta centímetros del suelo, con una soga en el cuello que le producía un dolor atroz y que le impedía respirar por completo. Pudo reconocer unas manos como suyas que doblaban un papel, dándole forma de avión. Sin dudarlo dos veces, pero sin saber cómo, se adentró sin miedo alguno en ese recuerdo (¿Para qué tener miedo si ya estaba muerto?):

Se encontró en una situación que no había experimentado en su vida. Se veía a sí mismo, pero, ¿qué es lo que oía? Escuchaba dos voces discutiendo acaloradamente. Parecería algo normal, salvo porque se encontraba en una clase de adolescentes que atendían a una aburrida lección de historia impartida por el profesor con la voz más monótona que jamás había escuchado. Sin embargo, mientras sólo atendían unos pocos y mientras la gran mayoría, recostados sobre las mesas, miraban distraídamente al techo o simplemente cerraban los ojos en un intento desesperado de escapar de aquel calvario que era la Alta Edad Media, en su cabeza se estaba produciendo una salvaje lucha bien-mal, aunque parecía que sólo estaba haciendo un avión de papel. Eso sí, doblándolo con un poquito más de rabia de lo que sería habitual.

No era la típica escena de un ángel a la derecha y un demonio a la izquierda. El enfrentamiento se producía dentro de su cabeza, sin distinguir el lugar y ni siquiera que voz era la buena y cuál la mala, pues ambas eran la misma voz: su conciencia. Se concentró ahora en el papel que tanto se esforzaba en doblar. Distinguió una serie de insultos, unos tras otros, escritos de su puño y letra. Un escalofrío recorrió su espalda (no supo si la que colgaba de la soga, o la del recuerdo).
Qué arrepentido estaba de aquello. ¿No había vuelta atrás? Siempre reconoció que era una estupidez. No el qué, sino el cómo. Si hubiera pronunciado las mismas palabras a la misma persona y en presencia de algunos testigos, quizás todo hubiese sido menos. Pero, ¿cómo pudo ser tan estúpido como para escribirlas, y aún más para lanzárselas en forma de avión de papel? Estaba dejando evidencias escritas, que no iban a pasar impunes a la vista de quienquiera que las viera.

Ahora no podía cambiarlo, y la impotencia dejó caer un par de lágrimas, que se mezclaron con las ya producidas por el dolor. Había cometido un error, y había puesto demasiado alto el listón de su castigo. ¿Es la muerte un castigo ejemplar, aun cuando se la deseas a otra persona? No lo creía, pero como dijo una vez: “Si todos terminásemos lo que nos hemos propuesto hacer, habría muchos menos idiotas en el mundo”. Eso era él, otro idiota. Quizás con algo más de determinación, pero otro idiota más, un idiota que colgaba a escasos treinta centímetros del suelo, un idiota que lloraba desconsolado antes de su muerte, un idiota que gritaría si la cuerda no le estuviera estrangulando tan fuertemente.

¡Crac! Se liberó de aquella horrible presión y antes de tocar el suelo dio una amplia bocanada de aire, la más disfrutada de toda su vida, vida que ahora tenía por delante. La lámpara a la que había sujetado se desprendió del techo. Su cabeza tuvo suerte de que ésta no le cayera encima, pero no así su hombro izquierdo. Cayó al suelo de pie, aunque se desplomó casi al instante por el impacto de la lámpara. Tirado en una extraña postura, respirando costosamente, con el cuello lastimado y cubierto de sangre, con un dolor de hombro que reflejaba una clavícula rota y llorando de dolor, tuvo conciencia de la estupidez que acababa de hacer, y de lo estúpido que había sido al colgarse de una sujeción tan frágil.

¿Era esto un intento fallido o una señal de que aquel no era el momento? No lo supo, pero la próxima vez se aseguraría de conseguir una cuerda de mejor calidad, que resistiera su peso el tiempo suficiente para dejarlo morir y un punto de apoyo que no se rompiera. Solo así se aseguraría de que no habría vuelta atrás.


Don't worry, Be happy!! =)

P.D: Gracias a los que han llegado hasta aquí. Sé que es una historia un tanto larga y, en ocasiones, difícil de leer.