He pensado: ¿Por qué a veces las apariencias nos muestran la realidad tal y como es? ¿Cuesta tanto seguir siendo engañados por ellas?
Aquel era un chico totalmente normal.
Acudía cada día a un instituto totalmente normal, con otros chicos normales.
Tenía una normal relación de indiferencia con todo sus compañeros, pero como todos decían: "Es normal, nunca nos habla".
Sus notas eran extraordinariamente buenas , pero como todos decían: "Es normal, nunca sale de su casa".
Así supo que era un chico normal
En su casa también era un hijo normal.
Era normal para él ser agredido por su padre. Siempre su padre, aunque su madre nunca intercedió por él. Quizás por miedo, quizás porque ella también recibía ese tipo de caricias. "¡¡Es normal que me enfade!! ¿No lo ves? ¡Pero si parece retrasado! ¿Es este niño normal o qué? ".
Nunca entendió porque su padre dudaba de su normalidad, si en el instituto todos lo tenían claro.
Además, lo normal era que cada tarde acudiera a un club de ajedrez.
La reunión comenzaba siempre a las cinco de la tarde, pero normalmente llegaba una media hora antes, se sentaba en su silla de siempre, frente a la ventana, y espera con los ojos fijos en sesenta y cuatro casillas blancas y negras.
El resto de miembros, a pesar de que ya lo esperaban, lo miraban siempre con extrañeza. Habían acordado hace algún tiempo el turnarse en jugar con él, y ese día le tocó al profesor, por lo que la partida sería algo más normal que cuando jugaba con los otros, pues les ganaba de calle y en poco tiempo.
Su forma de jugar si que no era normal. Parecía, visto desde fuera, que movía el tablero en vez de las fichas, pues se anticipaba a todas las posibilidades de movimiento del contrario y respondía con una rapidez anormal, sin cometer ni un solo paso en falso.
Aquella partida, que normalmente duraba entre treinta y cuarenta y cinco minutos, esta vez casi no llegó a los diez. El chico se levantó y se fue a casa, como después de cada partida, dejando a su profesor con la boca abierta y al resto de miembros totalmente anonadados.
No sólo había ganado al mejor ajedrecista de la ciudad en diez minutos, sino que sus fichas, siempre las negras, dibujaban perfectamente sobre el tablero una palabra: NORMAL
¿Era este chico normal? No lo sé, no lo conozco
Don't worry, Be happy!! =)
P.D: Estoy a final de curso y muy muy ocupado, no sé como he sacado tiempo para escribir
P.D2: Nunca se me ha dado jugar al ajedrez...
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